Hace ya algunos años conocí una Señora muy sabia. Como muchos de los sabios se caracterizaba por su sencillez, naturalidad y la profundidad de sus palabras y sus acciones. Para mi era un placer conversar con ella, el tiempo pasaba rápido y siempre había algo que aprender. En una de nuestras conversaciones en la terraza de su casa, recuerdo que ella dijo: “ cuando no tengo nada bueno que decir de una persona, simplemente no digo nada” Ella no se hacia portavoz de ningún tipo de descrédito o critica contra otra persona.
Recuerdo que alguno de los que estaba presente argumento que en algunos momentos nos vemos obligados a hacer comentarios y que realmente lo que decimos es la verdad, muchas veces la gente se equivoca y comete errores. Ante este argumento, ella se mantuvo firme en su afirmación.
Desde esa época empecé a practicar esta afirmación y a disminuir a su minima expresión mis comentarios o criticas. En algunos momentos olvido mi aprendizaje y sin darme cuenta me deslizo por el mundo de los comentarios. Cada vez pasa menos tiempo para que vuelva a recordar a mi Sabia amiga.
Cada persona tiene la posibilidad de cometer errores, de cometer actos que a nuestros ojos no son aprobados. Y aún en estos casos quien soy yo para comentar sobre esta persona? Quien soy yo para criticar su comportamiento?
Cuando entiendo que tengo la posibilidad de aportar con algún comentario lo dirijo directamente a la persona. Y luego me desprendo del deseo de juzgar o corregir a otros. Ese tiempo lo invierto en continuar observándome y mejorándome.
Hoy es un día diferente, para fortalecer nuestras relaciones de manera amorosa, Solo por hoy me aseguro, de solo decir cosas positivas y hermosas de mi mismo y de los demás. Así respeto el destino de cada uno.
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