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domingo, 2 de septiembre de 2007

Siempre volvemos al mismo lugar...


Han pasado muchos años y no tenia en mis planes volver a contemplar desde lo alto toda la ciudad de Santiago. Volver a sentarme en el balcón a mirar la neblina, los carros que pasan y la ciudad a lo lejos me trajo de vuelta aquella tarde de domingo.

Estábamos ahí sentados comiendo un delicioso plato de Mar y tierra, para mi era la primera vez que probaba esa combinación, yo estaba triste, miraba el horizonte con la mira perdida. La morena y el Vocao estaban contentos. Han pasado los años y al volver a recordar aquel momento, Me doy cuenta que por más que lo intentemos evitar de alguna manera siempre volvemos al mismo lugar. Esta vez no estaban el vocao y la morena, pero sin pensarlo volví a mirar el horizonte de la misma manera y recibí a mi alrededor la bendición de la amistad.

Los verdaderos tesoros se llevan en el alma, las verdaderas joyas viene en los lazos del amor, la amistad y el respeto.

Descansa en paz querido amigo, que siempre es posible que volvamos al mismo lugar.

sábado, 1 de septiembre de 2007

El mejor regalo


La sencillez nos devuelve la tranquilidad y la paz que perdemos tratando de cambiar lo que es, por lo que entendemos que debería ser.
Luchamos incansablemente por ser mejores, por cambiar, por ser más aceptados, más queridos. Dejamos lo mejor de nosotros mismos para complacer a otros, para alimentar nuestro ego. Hacemos tantos cambios que un buen día nos miramos al espejo y no recordamos quienes eramos.

Todos los días al levantarnos e iniciar nuestras actividades, llegamos a creer que estamos despiertos. Sin embargo, pasa frente a nosotros la vida que queremos vivir, llegan las bendiciones que tanto hemos suplicado y aunque parezca increíble casi nunca estamos ahí para recibir o reconocer lo que tenemos a simple vista.

Estamos tan concentrados en cambiar, en parecer, que perdemos la magia de ser. Permitirnos estar en el presente y ser tal como somos, ese es el mejor regalo que podemos recibir.

Tantas veces he intentado cambiar, tantas veces he sugerido a otros que cambien, tantas veces he perdido mi tiempo, tantas veces he desperdiciado dinero, tantas veces he desperdiciando la vida, tantas veces he perseguido el tesoro, tantas veces he perdido la oportunidad de ser más feliz.

Por todas esas tantas, hoy miro al frente sin más pretensiones que la alegría de ser y la disposición de aceptarme.