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martes, 23 de marzo de 2010

Un Equinoccio de Primavera entre el cielo y la Tierra


Había una vez un lugar donde las personas se reunían para hacer muchas cosas que los niños y niñas hace por pura diversión y que cuando eres grande lo haces por sanación. En ese lugar de paredes verdes, silencio morado y olores suaves y agradables, la gente se reune a conversar, a reír, a aprender, a compartir, a reconciliarse con sus sueños, a redescubrir su fuerza y su poder.

Como pasa casi siempre empezamos con pocos días y pocos noches, entonces empiezan a pasar muchos días y muchas noches y sin darnos cuenta se convierten en años, así mismo le paso al lugar encantado, en un abrir y cerrar de ojos ya tenia diez años. Fue entonces cuando la maestra del lugar, decidió celebrar, durante varios días y varios noches, nos invito a vivir, a reír, a sentir, a recordar, a olvidar, todo a un tiempo, todo sin parar, como hacen los niños, como aprendiendo a jugar.

En uno de esos días la tierra decidió participar, ella nos regalaría el equinoccio y nosotros el ritual, combinamos las horas, el medio y el lugar. Bien temprano en la mañana salimos rumbo al mar, con la tierra en el horizonte y sobre la cabeza el cielo, paso a paso, ola a ola disfrutamos y celebramos la vida, recibimos las bendiciones de la primavera, despedimos y agradecimos todo lo que nos dio nuestro invierno tropical.

Jugamos en el agua, en el barco, en la arena. Jugamos a ser grandes, a ser sabios, a ser fuertes y a cambiar, nos hicimos nuevos propósitos, nos reímos sin parar y cuando casi creímos que eramos sabios. la vida nos sorprendió con un nuevo caminar, con el mundo de cabeza, con los golpes que solo saben dar las olas del mar, nos mostró desde lo más profundo que todo es celebrar, que los golpes de la vida, también vienen a transformar.

Sin mucho pensar, nos reunimos nuevamente, nos detuvimos a mirar, era nuevo el mensaje, era preciso parar, cuanto nos cuesta dejarlos, cuanto nos cuesta cambiar. Un regreso más sereno, un silencio para amar, las palabras se vuelven pocas para poder expresar, pero seguimos ahí, aprendemos a estar. Los "mejores" y los "peores" momentos de la vida son los que nunca alcanzamos a olvidar, dejan su huella en nosotros y con el paso del tiempo se vuelve cuentos para contar.

Como casi siempre ocurre en los cuentos, todo continua transcurriendo, la vida avanza con su gracia y majestuosidad, nosotros seguimos jugando para sanar, los niños y niñas siguen jugando porque es su forma de amar. y colorín colorado este cuento a terminado y el equinoccio de primavera ha comenzado.

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