Vivir es un desafío, un acto que requiere valor, poder y confianza. No tenemos garantías de que todo estará bien, tampoco de que estará mal. Sin embargo, más de una vez llegamos a creer que tenemos todas las respuestas, que seremos capaces de controlarlo todo y a todos.
Estos desafíos a veces hacen que las mujeres pasemos a convertirnos en pulpos que con sus múltiples manos, ejecutan como malabaristas profesionales los pases de la cocina, a la cuna, de la computadora, a la mecedora, a la casa, al trabajo, una paradita en el supermercado. Haciendo todo esto nos convertimos en mártires que todo lo hace que todo lo pueden. Y si por casualidad falla uno de los malabares nos martirizamos y culpamos sin piedad.
Ha llegado en momento de que nuestra valentía nos haga mas felices, ya logramos ser mejores. Tanto que a veces se nos olvida sonreír, peinarnos con tranquilidad y disfrutar del masaje del cepillo en el cráneo, de nuestro pintalabios favorito, del aroma del gel de baño que nos encanta o simplemente de unos minutos mirando la películas que nos hacen reír y llorar al mismo tiempo.
Mostremos valentía por nuestra propia causa, por nuestro propio bienestar, el amor que tenemos para todos los demás, es el mismo que necesitamos nosotras para continuar siendo más felices. Cada ser humano que es feliz contribuye con toda la humanidad, cada ser humano que sonríe mejora su entorno. Una mujer feliz es una alabanza y una bendición, asi cuando toca los corazones desde la felicidad siempre dará luz para mejores seres humanos.
Si cerca de ti identificas algunas de esas mujeres valientes, valorarlas y ayudalas, contriuye para que sea mas ligera su carga y mas gozoso el camino.
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