Treinta y uno son exactamente los días que han transcurrido desde que decidí, que diariamente escribiría en mi blog. Haciendo un recuento de lo que ha sido la experiencia, me doy cuenta que han sido muchos los aprendizajes que hemos compartido en la pequeña comunidad de personas que me regalan parte de tu tiempo cada dia para leer y comentar los escritos.
Los días han pasado y el compartir se ha hecho parte de mis días. Tener la dicha de escribir cada mañana acompañada de un rico café, se ha convertido en un ritual de apertura del dia. Las ideas llegan sin grandes esfuerzos y el desapego por lograr impactar hace que todo fluya como fluye la danza del amanecer, cuando cada mañana la luna le da paso al sol.
Escribir hace de mi dia un dia diferente, ir por la calle y mirar desde los ojos de un dia nuevo cada dia, me hace ver lo que antes no veía, me anima a aventurarme por lugares y experiencias que muchas veces deje de lado por miedo.
Los días diferentes son un regalo al que todos tenemos acceso, es un regalo que todos podemos recibir, si nos abrimos a la vida. En estos treinta y un días de escritura matutina y diaria, me he dado cuenta que aportar es mas sencillo de lo que muchas veces parece, que cuando nos desapegamos del ego y el afán por ser perfectos, la vida nos llena de bendiciones y regalos.
Gracias a cada uno de ustedes por sus comentarios, gracias por encontrar utilidad en una fuente de palabras que fluye mas allá de mi. Los invito a que le den a cada uno de sus días un toque de distinción, hagamos de cada dia uno diferente para vivir.
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