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viernes, 22 de enero de 2010

Actúa con simpleza y Sencillez... sin esperar nada.





A medida que dedico tiempo para escucharme un poco mas, me doy cuenta de cosas sutiles que antes pasaban desapercibidas en mi vida. Pequeños detalles que me hacen mirar en otras direcciones, que me muestran otros estilos de vida, otras formas de vincularnos y actuar.

De muchas maneras somos invitados a planificar mejor nuestras vidas, a fijar metas y conseguir que sean medibles y alcanzables, en verdad me parece que es fabuloso realizar este ejercicio y tomar un tiempo de vez en cuando para revisarlo y hacer los ajustes pertinentes.

Un tiempo para la planificación es definitivamente fructífero y positivo si sabemos aprovechar sus beneficios y continuar avanzando hasta los próximos pasos. Una vez hemos aclarado el panorama conjugando las ideas de nuestra mente y el sentir de nuestro corazón. Es conveniente empezar a actuar.

A veces nuestras acciones pierden efectividad, porque están tan cargadas con el deseo de obtener algo que la acción en si misma se pierde y luego de grandes esfuerzos llegamos a sentirnos frustrados e insatisfechos. En mis mejores momentos me doy cuenta que mis acciones han sido simples y sencillas, que no había en mi mente ningún deseo ulterior de obtener nada, estaba tan inmersa en mi acción, que todo fluía en perfecta armonía.

Aprovechar cada una de nuestras acciones por pequeña que sea para reverenciar la vida misma, actuar desde el corazón, con sencillez, con simpleza, entregando en cada acto lo mejor de nosotros, sin esperar elogios, sin esperar tantas cosas que en medio de la acción nos distraen y desenfocan.

Si has dedicado el tiempo que precisa la planificación, la visualización, la oración, la meditación y todas las herramientas y canales que tenemos para conectarnos con lo divino, ya no necesitas cargarte con nada, es en ese momento que tus acciones se vuelve un acto de confianza, fe y amor, no precisan otra intención adicional. Convertir cada una de tus acciones en una danza a veces suave, a veces enérgica, pero siempre armoniosa y bella fuente de luz para ti mismo, para ti misma, que ilumina a tu alrededor.

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