En estos tiempos es muy común que nuestra mente este llena de información, de situaciones por resolver, de conflictos, preocupaciones, de incertidumbres. Nos hemos dedicado a jugar el juego de la mente. Por mas que intentes cuadrar las piezas siempre falta una.
Nuestra mente tienen una función importante en nuestra vida; pero como ocurre con todo si la sobrecargamos o la utilizamos sin cuidado y sin mantenimiento apropiado terminamos saturándola y hasta dañándola.
Necesitamos tomar una forma de responsabilidad distinta en nuestras vidas, parra que todo nuestro sistema opere a nuestro favor. De este manera nuestro mente tendría sus momentos de arduo trabajo y tendrá periodos de descanso, dejara ese papel protagonista y controlador que nos agobia y genera tanto cansancio.
Una mente tranquila es capaz de canalizar ideas y acciones con mayor efectividad. A veces es tanto el movimiento en nuestra mente que no nos damos cuenta que las ideas se chocan unas con otras y las soluciones se esconden temerosas de ser atropelladas por alguna de las preocupaciones que rondan sin parar.
Cuando se instala la rigidez en nuestra mente y el deseo de control se expande todo nuestro ser sufre las consecuencias, la rigidez de las ideas se traduce en el cuerpo y caminar se vuelve pesado y agotador.
Ser capaces de fluir con los acontecimientos de la vida, quitándole rigidez a nuestros pensamientos y acciones, saber que todo cuando ocurre es parte del orden divino, y que muchas veces se hace mas largo el camino por nuestras desacertadas interferencias.
Hoy es un día diferente, para dejarnos fluir, para permitir desde nuestra mente, cuerpo y corazón que nuestra voluntad reciba la orientación y la guía de la voluntad divina. Entendiendo que todo cuanto vivimos es una necesidad de nuestra alma para continuar avanzando hacia lo divino. Dejando de juzgar como bueno y malo cada hecho y simplemente agradeciendo las bendiciones en todo momento.
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