Desde que aprendí a dar mis primeros pasos, abrir y cerrar puertas era una de mis actividades infantiles. Cuando miro a los niñas abrir y cerrar puertas con tanta picardía y entusiasmo veo a la niña que una vez fui y que aun vive en mi.
Esa niña traviesa muchas veces acompaña a la mujer que soy hoy. Juntas emprendemos aventuras, inventamos cosas y creamos. Cada vez que me conecto con la fuente de la creatividad renace en mi la frescura, la inocencia, el espíritu de aventura, el interés por aprender, por vivir experiencias diferentes.
La puerta que me lleva a un mundo creativo, que me ayuda a calentar la vida, que a veces es una fuerza para impulsar, para crear para emprender.
Esta puerta se abre con la confianza, con el entusiasmo, con la fe en mi misma, en mis ideas y proyectos. Esta misma puerta se cierra con la dudas, con la desconfianza, con el aislamiento, con el temor.
En algunos momentos pareciera que usar la creatividad, dejar salir la frescura, la inocencia y la dulzura combinada con un impulso para avanzar pudiera traerme situaciones difíciles. Desde mi punto de vista, esta combinación me trae retos, me desafía a sacar desde mi una respuesta que tenga sentido para mi.
El color naranja que acompaña mi segunda puerta es un color de fuerza, que transmite la fortaleza, la intensidad, la calidez y la inspiración con la cual se manifiesta mi creatividad en todos los ámbitos de mi vida.
Hoy es un día diferente, acércate un poco mas a esta puerta, contémplala y anímate a entrar por ella, observa su color, su diseño, su forma, déjate envolver por su belleza, disfruta su presencia en tu vida. Y una vez que la hagas parte de ti, continua avanzando, es la puerta que abre otros puertas.
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