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lunes, 29 de noviembre de 2010

Dignidad

Hoy llegue a un lugar distinto, parecia desconocido para mi. 
Hoy reconocí nuevamente algunas historias que había olvidado
Al mirar el lugar me di cuenta que no era desconocido, al sentir me di cuenta porque era parte de mis olvidos.
Respire profundamente y busque muy dentro de mi el confort que no podía alcanzar en el exterior.
El ruido, la temperatura y todas las condiciones externas se intensificaron queriendo mostrarme la fuerza de su presencia.
A pesar de mis dudas, continué avanzando.


En un momento vi al grupo de personas que había frente a mi. Mire con detenimiento sus ojos, su mirada era brillante, el entusiasmo se transmitía como los rayos de luz de las estrellas, del mismo sol.
Esta vez mi mirada se conecto con el brillo de sus ojos, mi corazón creció y se conecto.  Volví a respirar esta vez mas tranquila.
Poco a poco el ruido, las carencias, el dolor, las injusticias, fueron dando paso al entusiasmos, al amor, a la reverencia y muy especialmente a la dignidad que vive en cada ser humano.
Sin importar que ocurra por fuera, la dignidad puede estar presente en mi vida. Hemos aprendido a sentir pena por aquellos que aparentemente viven en un estado de pobreza en todas sus dimensiones.
Para mi la pena descalifica, es una expresión que solo me permito sentir en primera persona por breves instantes y en verdad no recomiendo compartirla y mucho menos sentirla hacia otros.
Hoy es un día diferente, que nos invita a acompañar desde nuestra dignidad a quienes nos piden la ayuda, a ser canales para que ellos puedan conectarse con su propia dignidad y desde ahí florecer, transformarse y seguir el camino que les corresponde.

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