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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Fuego.

En su justa medida el fuego es un elemento fundamental en nuestras vidas. Nos aporta calidez, nos ayuda a transformar, a cambiar los alimentos simples en majares para nuestro paladar.

Ese mismo fuego que nos apoya en un momento puede ser al mismo tiempo devastador y destructivo cuando se sale de proporciones. Se propaga con gran facilidad y una vez inicia y se expande no es tan fácil extinguirlo.

Dentro de nosotros mismos el elemento fuego se traduce en fuerza, en pasión. Cuando una persona anda por la vida sin ninguna fuerza, sin entusiasmo, sin chispa es como si su fuego interno estuviera completamente apagado. De igual manera querer llevarse el mundo por delante es una manifestación desproporcionada.

Actuar con sabiduría encontrando el balance en cada elemento que nos proporciona el universo es una tarea que nos toma la vida. A veces pensamos que estamos emprendiendo grandes proyectos y nos dejamos envolver por las ilusiones que adora nuestro ego.

Creemos que estamos dando tantas cosas a otros, nos llegamos a creer buenos, generosos y especiales. Cuando estos delirios de grandeza nos acompañen conviene revisar de que hoguera se prendió ese fuego que nos acompaña iluminándonos y haciendo mas calida y placentera nuestra vida.

Cuando la llama viene de la fuente divina es persistente, pero discreta. Se sabe creada para iluminar, para proporcionar calidez, para acompañar en el proceso de transformación, por tanto ninguna ilusión la distorsiona o confunde. Simplemente es.

Hoy es un día diferente, para revisar esa llama interna que nos ilumina, nos aporta calidez y nos transforma, si la descuidamos se puede extinguir o propagar sin control. Es nuestra responsabilidad utilizarla con sabiduría y reverencia. Ninguna llama ilumina mas que otras, cada uno recibirá lo que pide y lo que da.

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