Cunado miramos nuestra vida en retrospectiva nos damos cuenta que casi siempre tenemos historias interesantes que contar, a veces los mejores cuentos surgen de un hecho inesperado. De un giro que dio la vida y que como por arte de magia cambio el curso de nuestra historia.
Quienes gustan de hablar, tienen mayores posibilidades de contar esos momentos distintos que todos hemos vividos y que sacan a la luz nuestros sentimientos de manera inesperado. Es lo inesperado combinado con los sentimientos que despiertan en nosotros lo que muchas veces hace algunas momentos de nuestra vida inolvidables.
Las leyendas urbanas que se van creando en los pueblos, en los barrios, en las ciudades se nutren precisamente de esos sucesos que alguna vez nos ocurrieron y que de tanto contar de boca en boca se le van agregando detalles que convierte cualquier hecho intrascendente en un suceso digno del séptimo arte.
En mi familia por ejemplo, son tantos loas personajes, que necesitaríamos toda una serie para dedicarle su digno espacio a cada personaje y a cada historia. En nuestro elenco familiar tenemos una variedad de personajes, de historias, de sucesos con los cuales nos divertimos, lloramos, nos criticamos, nos distanciamos y nos unimos. Yo diría que las familias son puro arte en vivo.
A veces me quedo tranquila solo mirando mis historias y las de todos los que me rodean, que gran “casualidad “ que podamos compartirlas. Que maravillosa oportunidad que podamos aprender y crecer juntos a mirar y aprender de nuestras historias compartidas. Decía un apreciado maestro, el aprendizaje se da en la vida misma. No es preciso buscar muy lejos para convertirnos en sabios, vasta con experimentar aquello que mueve nuestros pensamientos y sentimientos.
Hoy es un día diferente, que nos invita a recorrer los caminos y laberintos de nuestras propias historias a encontrarnos con nuestra sabiduria interior, simplemente mirando y disfrutando de tantas vivencias para contar. Simplemente agradecer esta vida.
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