Ser capaz de reconocer mis luces y mis sombras, es una bendición que recibo a medida que me doy la oportunidad de conocer y de conectarme conmigo misma.
Hace unos días tuve el privilegio de escuchar a una persona que aprecio mucho decir: " aceptarme tal como soy" "Esperar que llegará lo que quiero" "Reconozco que soy especial"
Estas declaraciones que parece simples, se vuelven profundas y sagradas cuando salen del corazón. En especial cuando por mucho tiempo hemos estado dormidos y negados a reconocer la grandeza que vive en nosotros mismos.
Cuando soy capaz de verme y reconocerme, mis sentidos también se abren para hacer lo mismo con los demás. Me vuelvo capaz y disponible para ver sin juzgar, para escuchar sin prejuicios, para tocar con ternura.
Cuando reconozco la grandeza y la divinidad que vive en mi, estoy abriéndome a una experiencia de vida para mi misma y para todos los que me rodean.
El cristo que vive en mi, también vive en ti.
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