Una palabra pequeña en tamaño y grande en significado. Las dudas nos acompañan con mucha frecuencia, a veces mas de la necesario.
La duda es un aliada del desenfoque. Nos saca de centro y nos pone a viajar al pasado para hacernos dudar del presente, o nos transporta al futuro para mostrarnos una proyección que nos hace nuevamente duda en el presente.
La duda se nutre del ayer o del mañana, no le gusta ser expuesta al presente. La duda gana terreno cuando dejamos de confiar, dejamos de mirar con profundidad y respeto los aprendizajes que nos plantea la vida y empezamos a evadir lo que nos parece grande o poderoso para el momento.
La duda se alimenta del miedo, de la evasión, de la pereza y de muchas otras actitudes y emociones que vienen a nosotros como alertas sanas y que en nuestra duda transformamos en aliados que nos aleja del camino de aprendizaje que nos lleva a la luz.
Dudar hasta cierto punto puede ser sano y conveniente. Permanecer en un estado de duda, convertirlo en indecisión, utilizarlo para evadir, convertirlo en un escudo de protección ante del miedo. Es convertir una pequeña parte en el todo.
Utilizar las dudas como cuestionamientos para profundizar en nuestras inquietudes, para ir mas allá de lo aparente, nos fortalece, si aprendemos a detenernos y a entender que en este momento estamos capacitados para mirar hasta ese punto y que la acción y las experiencias nos acompañaran hasta el siguiente.
Una vez mas las paradojas de la vida se hacen presente, invitándonos a aprender a utilizar la medida correcta. Pequeñas porciones de dudas, pueden traer luz, aprendizaje y fortaleza a nuestras vidas. Grandes porciones de dudas traerán desconcierto, desbalance y desenfoque.
Hoy es un día diferente, utiliza con sabiduría todas las cosas que la vida tiene disponible para ti. Dudas o certezas dos caras de una misma moneda.
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