Somos mucho más que el empaque. A pesar del gran esfuerzo que hacemos por hacer creer a otros que somos lo que aparentamos la vida nos delata en el momento menos esperado.
Nadie es tan “bueno” que puedo juzgar o criticar a otros sin que sus palabras sin queden sin eco en si mismo.
Nadie es tan “malo” que no merezca la compasión y el perdón para transformarse.
De nada sirve negar quienes somos, de nada sirve negar lo que sentimos, decimos o hacemos aunque en muchos momentos no sea motivo de orgullo. Es en la honestidad con nosotros mismos donde se abre la puerta a la verdadera transformación.
Vamos caminando por la vida y a pesar de que muchas veces no entendemos porque, nuestra alma encontrara a las demás almas que nos acompañaran en este viaje. Cada encuentro traerá los aprendizajes, las alegrías, las tristezas y todas las experiencias que son necesarias para nosotros y para los demás.
Cada encuentro tiene su tiempo algunos solo son precisos por un instante otros son para toda la vida. Tratar de extender el plazo más allá de lo que corresponde es pretender detener el tiempo cuando llego el tiempo de partir es preciso permitir que así sea. Resistirnos nos ocasiona sufrimiento y dificulta el aprendizaje.
El arte de dejar ir y de recibir en su justo tiempo nos puede llevar la vida, cada nueva experiencia nos muestra cuanto hemos avanzando y al mismo tiempo cuanto nos falta por aprender. Esto no debe ser motivo para desanimarnos todo lo contrario, este es el reto que alimenta y nutre nuestras vida.
Más allá de las apariencias somos trapecitas que se balancean buscando el equilibrio, somos artistas que a cada momento estamos creando y recreando la obra de nuestra vida. Algunos hacemos todo esto por un aplauso, otros por un abrazo, otros por la satisfacción del deber cumplido pero al final del camino, todos absolutamente todos buscamos devolver el amor en todo su pureza a la esencia de nuestra alma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario