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miércoles, 8 de junio de 2011

La luz siempre brilla...

Todos tenemos nuestra propia luz y siempre esta lista para brillar. Permitir que nuestra luz brille es todo lo que tenemos que hacer por nosotros mismos y por los demás. 

Despejar nuestros pensamientos, sentimientos y tomar las acciones necesarias para que nuestra luz pueda brillar, requiere un compromiso valiente con nosotros mismos. Cada vez que liberamos nuestra luz y la dejamos que brille, abrimos posibilidades para todos a nuestro alrededor. 

A veces pensamos que no vale la pena y desistimos en el intento. Es bueno recordar que cada vez que dejamos sin encender nuestra luz estamos quejándonos con todo lo que tenemos para dar. Una luz que no brilla es una negación a la generosidad, la solidaridad. 

Cada vez que nuestra luz es leve o esta apagada estamos de alguna manera quejándonos de la misión que nos ha sido encomendada. Podemos lograr muchas cosas materiales y mantener nuestra luz guardada para que no brille. Pero muy en el fondo de nuestro corazón sabemos que es nuestra luz la que nos hace inmensamente poderosos y nos conecta con nuestra misión y nuestra razón para estar aquí y ahora. 

Cada luz emite un rayo necesario para que nuestro mundo interior y el mundo exterior de otros sea mejor. Todo lo que tienes que hacer es dejarla brillar y te sorprenderás de todo lo que podrás ver con claridad.

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