Nuestras
acciones revelan más que nuestras declaraciones. Muchas veces la brecha que
existe entre lo que decimos y lo que hacemos deja claro a que estamos
apostando.
Es
fácil apostar a través de las palabras a una determinada causa o idea, el
verdadero reto se presenta cuando es preciso sostener esa apuesta con mis
acciones y hechos.
Nos
preguntamos una y otra vez porque muchas cosas que no funcionan siguen sin
funcionar a pesar que todos lo sabemos y no nos gusta. No creo tener una
respuesta absoluta al respecto, solo puedo decir desde mi punto de vista, que
muchas cosas no funcionan de manera distinta, porque los mismos que nos
sentimos incómodos o disgustados no apostamos de forma autentica y comprometida
para que las cosas sean diferentes.
Por un
lado hablamos de cambio y en la práctica seguimos haciendo lo mismo, aferrados
a una forma de pensar y de actuar que deja claro que nuestra apuesta verdadera
no esta a favor de cambio.
Cambiar
es de alguna manera apostar, es una aventura que implica arriesgarnos y que no
siempre nos llevara a un lugar conocido. La resistencia a vivir la
incertidumbre es la que muchas veces nos detiene y frena esas buenas
intenciones que solo se quedan en palabras.
Cada
uno de mis actos refuerza una forma de actuar en el colectivo, es decir cuando actúo
apuesto a que ciertos comportamientos se sigan fortaleciendo y otros se
debiliten. Considerando este punto mis acciones son mucho más que hechos
aislados que solo tienen que ver conmigo.
Yo
impacto tanto en mi propia vida como en la de los demás. De ahí la importancia
de detenerme y reflexionar en algunos momentos. Quitar el piloto automático y
revisar concientemente lo que pienso, lo que digo y lo que hago. Nadie mejor
que yo mismo sabrá con honestidad a que estoy apostando....y cuales son las
ventajas y desventaja de mi apuesta para mi y para mi entorno.
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