Muchas
veces estamos fuera del lugar que nos corresponde, es decir estamos fuera de
nuestro centro de vida. Esta situación es mucho más común y frecuente de
lo que pensamos, ese no saber cual es mi centro y ocuparlo con dignidad y
tranquilidad es la causa de tantos conflictos tanto internos como externos de
muchos de nosotros.
Para
algunas personas estar en su centro puede significar una experiencia nueva que
han experimentado muy pocas veces en su vida. Han pasado tanto tiempo pendiente
de otros, ocupándose de lo que creen es su responsabilidad que sin proponérselo
han perdido el rumbo para regresar a su propio centro.
Cuando
estas en tu centro, tienes mayores posibilidades de ayúdate a ti mismo y de
ayudar a otros. Sabes exactamente que te corresponde en cada momento y actúas
en libertad, paz y armonía. Eres capaz de reconocer tu poder con humildad y
dignidad. Sabes que tienes mucho poder para actuar y servir, pero también sabes
que ese poder debería convertirte en ser más humano, más consciente, mas
responsable y más comprometido.
Los
seres que viven fuera de su centro bailan al ritmo de la música que otros
disponen, olvidaron cual era el sonido de su propia música, por eso el baile de
la vida les resulta muchas veces tan forzado y difícil.
Siempre
que lo desees tienes la posibilidad de regresar a tu centro y experimentar lo
ligera, placentera y simple que se vuelve la vida cuando nos enfocamos en el
lugar que nos corresponde y le regalamos a los demás la posibilidad de que
hagan lo mismo.
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