Con
más frecuencia de lo que nos gustaría surgen diferencias entre nosotros y las
personas con las cuales interactuamos. En esos momentos cada una de las partes
quisiera que la otra persona pudiera tomar conciencia y fuera capaz de mirar
"la realidad" tal como es.
Casi
siempre nos animamos a invitar a la otra persona a que mire "la
realidad" y esto muchas veces incrementa la diferencia ya que cuando el
otro no logra ver "la realidad" tal como nosotros la vemos la
situación se torna aún más difícil. Muy pocas veces o casi nunca se nos ocurre
preguntar "Desde que lugar estas mirando esta situación"
Cuando
nos animamos a indagar este punto nos damos cuenta que "la realidad"
puede ser distinta dependiendo del lugar en el que estemos ubicados para mirar.
Por eso aunque el hecho es el mismo, el lugar desde el cual se mira muestra
otros colores, matices y sabores que puedan pasar desapercibidos por unos y
altamente valorados por otros.
Mirar
"la realidad" puede ser una invitación ambigua, que se presta a múltiples
interpretaciones. De igual manera se puede convertir en un ejercicio de
enriquecimiento y empatia, si tenemos claro cual es el lugar que esta ocupando
cada uno en esa mirada.
Reconocer
y aceptar que la realidad varia con el observador, nos libera de la necesidad
de que todos miremos y valoremos lo mismos, nos permite abrirnos a formas
diferentes de ver y compartir la nuestra con desapego y tranquilidad.
Aceptemos
con entusiasmo la invitación a "mirar la realidad" con libertad,
apertura y disposición a ver, sentir y asumir desde nuestro lugar y otorgar esa
misma oportunidad a los demás.