Los estímulos externos a veces son tan fuertes y frecuentes que llegamos a pensar que debemos seguir el ritmo que nos van marcando. Esto nos hace ir de un lado a otro sin rumbo fijo y caer en angustia y ansiedad. Esa sensación de que estoy tarde, de que no me va a dar el tiempo o de que perderé alguna oportunidad.
Vivir desde fuera nos lleva a perder el rumbo y el enfoque. Es importante retomar el centro de quienes somos y aprender a conectarnos con fuentes divinas y sagradas que permitan que fluya a través de nosotros solo lo mejor. Una persona centrada fluye al ritmo requerido para cada circunstancia sin perder su paz y motivación.
Disfrutar ir corriendo cuando la actividad lo amerita, disfrutar ir despacio cuando es preciso. Fluir desde nuestro centro, no desde el centro de las circunstancias o de las personas. Cuando entregamos nuestro momento a otros renunciamos a la posibilidad de disfrutar la plenitud que nos regala cada instante.
A propósito de este reflexión quiero compartir dos puntos de la película El Guerrero Pacifico que me encantan.
Uno es la frase: "cuando por fin logres vivir el presente, te sorprenderá todo lo que puedes hacer y lo bien que lo haces"
y el otro es el dialogo del final,
P: Donde estas?
R: Aquí
P: Cual es este momento?
R: Ahora
P: Quién eres tu?
R: Este momento
Hoy es un buen día para entregarnos a la magia y belleza de la vida y ser simplemente este momento.
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