Cada cierto tiempo llegan recuerdos del pasado. Algunos nos hacen recrear agradables momentos, otros nos conecta con experiencias desagradables o dolorosas. En estos momentos es importante tomar conciencia de que estas experiencias ya pasaron.
No tiene sentido bloquearlas, reprimirlas o negarlas. Una alternativa más sana es limpiarlas. Mirar el suceso sin apegos, sin juicios y poco ir liberando el dolor o sensación desagradable que se produjo en nosotros. De igual manera es importante desapegarnos de las experiencias que fueron placenteras, ya que muchas veces nos quedamos en el pasado adorándolas y esto nos impide estar disponibles y abiertos para nuevas experiencias.
Aprender del pasado, no implica crear sentencias para protegernos de las aventuras y los misterios de la vida. Aprender del pasado, es reconocer los caminos que hemos recorrido y ser capaz de conectarnos con nuestra sabiduría interior para que cada paso que damos nos aporte más luz y amor.
Como limpiamos nuestro cuerpo, nuestra casa y cada uno de nuestros espacios de igual manera nos aportaría mucho dedicar un tiempo a limpiar nuestro pasado, dejarlo reluciente y fluido, haciendo así más ligero el presente.
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