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sábado, 5 de marzo de 2011

Escrito nueve...Mil soles espléndidos


Una de las bendiciones de vivir en una isla del caribe, es precisamente poder disfrutar de muchos días soleados, llenos de luz y calidez.
Esos soles espléndidos que nos iluminan y calientan con sus rayos son para muchos motivos de bendiciones y para otros una verdadera calamidad. Si te detienes a observar las reacciones de las personas ante las situaciones simples y cotidianas, te darás cuenta que cada uno de nosotros tiene una forma particular y única de valorar la realidad.
Esa forma única y especial que tenemos cada uno de los que habitamos las islas, los continentes y la tierra en general, una vez mas me demuestra que no tenemos parámetros suficientes para valorar o juzgar las decisiones o experiencias de otros.
Podemos alcanzar buenas aproximaciones sobre el pensamiento o el sentimiento de quienes nos rodean, pero en el fondo nosotros sabemos y ellos también, que solo cada uno tiene acceso a lo más profundo de su alma.
Mientras de un lado muchas se deleitan con la bendición de mil soles esplendidos, tan solo tienes que mirar al otro lado para encontrar a muchos envueltos en las quejas y el reclamo a mil soles que no para de quemar y de alumbrar.
Observar en silencio el transcurrir de la vida, unas veces disfrutando, otras veces sufriendo, unas veces negando, otras veces sintiendo. Todo es parte de la misma vida, todo pertenece. Todas las decisiones cuentan, todos los día traen nuevos aprendizajes.
Una vez más decido contemplar y sentir en silencio ese esplendido sol que hoy también me regala su calor y su luz.

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