Páginas

sábado, 12 de marzo de 2011

Escrito Diez...No hay nada que Perdonar

Cuando la vida nos lleva a situaciones extremas todo nuestro mundo se conmociona y como por arte de magia empezamos a considerar perspectivas que antes parecían no existir para nosotros. A veces estamos tan dormidos que necesitamos fuertes movimientos para empezar a dejar atrás todo lo que ya no necesitamos y empezar a dejar espacio para todo lo nuevo que esta por llegar.

Cuando nuestras expectativas con respecto a  personas o situaciones son altas es muy probable que resultemos lastimados, que lastimemos a otras y que puedan surgir resentimientos y disgustos muy fácilmente.

Los hijos tenemos altas expectativas de lo que “debería ser” un buen Padre o una buena Madre. En nuestra mente a veces un tanto infantil nos encantaría que nuestros padres continuaran siendo esos héroes.  Que una vez fueron y mucho mejor si continuaran así por la eternidad.

Jugamos a contar las historias maravillosas de las hazañas de nuestros Padres. Y cuando alguno no tiene mucho que contar, puede llegar a sentirse incompleto e incluso desgraciado.

Pareciera que el contrato de ser el Padre o Madre de alguien elimina el contrato que cada uno de nosotros ha hecho con la vida, de ser simplemente un ser humano con virtudes y con defectos.

Los padres sueñan con hijos e hijas perfectos, saludables, inteligentes, admirados por los demás. Cuando no se cumple esta predicción nuestros familiares y amigos se siente apenados por nosotros y hasta llegan a pensar que estamos siendo castigados por alguna razón. “ Un hijo imperfecto, es equivalente a un castigo”

Las mujeres y los hombres también aspiran a parejas perfectas que nos suplan la felicidad que nos creemos incapaces de proporcionarnos a nosotros mismos. Si adivinan nuestros pensamientos y deseos es mucho mejor. Por supuesto esto durara hasta que descubrimos que esa complacencia es una forma de control y de anularnos. En fin que esas parejas “perfectas” al final de día no lo son tanto y nos sentimos decepcionados.

Creamos en nuestra mente un mundo perfecto que se alimenta de los ideales de otros, que muchas veces no tiene nada que ver con nuestra propia realidad. Este mundo nos condena a la infelicidad, a la insatisfacción y por ende al resentimiento.

Liberarnos de las expectativas de lo que “debería ser” poner nuestros pies firmes y suavemente sobre la tierra, mirar con consciencia, misericordia, respecto y dignidad a quienes nos rodean y a nosotros mismos  y simplemente reconocerlos y aceptarlos tal como son.

Es probable que seamos menos admirados, es probable que parezca que pasamos desapercibidos por el mundo, es probable que sintamos que nos salimos del esquema.  Todas estas probabilidades estarán ahí y con el paso de los días nos daremos cuenta que no pasa nada.

Cuando nos liberamos de todas las expectativas, de todos los esquemas y nos damos la oportunidad de vivir nuestra propia historia tal como es. Empezamos a saborear la vida con su gama de sabores, a ver los colores y admirar la belleza de cada uno, a escuchar todos los sonidos, a sentir todas las sensaciones. Empezamos a estar mas vivos y a darnos cuenta que no tenemos nada que perdonar, que todo lo que hemos hecho y nos han hecho ha sido simplemente “ no cumplir con nuestras expectativas" "no aceptar nuestras condiciones" "Hacerlo diferente a lo que creíamos perfecto o ideal"

Disfrutemos del aquí y el ahora con Padres y Madres que también son seres humanos, con hijos imperfectos, con parejas disparejas, con vidas llenas de orden y de caos. Disfrutemos de esta instante tal como es…. En realidad es todo lo que en verdad tenemos.

No hay comentarios.: