Nuestras
creencias se instalan en nosotros y muchas veces llegamos a pensar que somos
nuestras creencias. Construimos murallas para proteger contra cualquier intento
de cambio nuestra creencias, invertimos gran parte de nuestra energía en
conservar intactas estas murallas y estas creencias porque llegamos a pensar
que en ellas esta nuestra sabiduría y nuestra verdad.
Pretender
aferrados a las creencias que construimos en otros momentos y espacios de
nuestras vidas, es hasta cierto punto una declaración encubierta de temor a
exponernos a la dinámica natural de la vida. Si tan valiosas, sabias,
verdaderas y fuertes son nuestras creencias por qué necesitan tanta protección
para conservarlas?
Que pasaría
si dejáramos caer las piedras y desaparecieran las murallas que hemos
construido en nuestra mente. Que pasaría si nuestras creencias pudieran fluir
libremente, exponiéndose a ser cuestionadas, descalificadas y porque no hasta
cambiadas.
Quién
nos dijo que nuestras creencias quería permanecer por siempre con nosotros,
acaso no tendrán ellas derecho a conquistar otros horizontes y dejarnos a
nosotros hacer lo mismo. Una mente libre y relajada que deja fluir las ideas,
que no se aferra, siendo capaz de utilizar su entendimiento a la luz del
momento en que se encuentra.
Revisemos
pues, algunas de esas hermosas murallas que hemos construido y empecemos a
dejar caer algunas de las piedras, es probable que cuando empiece a entrar la
luz, podamos contemplar alternativas que pensábamos que no existían y que simplemente
no podíamos ver.
Con
tan solo un poco de luz, todo se ve distinto, podremos identificar que nos
pertenece y que no. Quizás muchas de las creencias que tanto cuidas, no sean
realmente tuyas. Si te fueron de utilidad agradece y reconoce que llego el
tiempo de dejarlas ir. Nuevas experiencias esperan por ti...sigue dejando caer
las piedras....es más lo que ignoramos que lo que sabemos.
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