Cuando vivo desde mi es más fácil entender las circunstancias y respetar mi proceso y el de los demás. Una persona centrada fluye con mayor fuerza, siendo capaz de enfrentar los retos de la vida y conservar su vitalidad.
Nuestra energía se debilita cuando empezamos a buscar respuestas fuera de nosotros y descalificamos la fuerza que fluye desde nuestro interior.
La vida no sigue una línea recta, no siempre estaremos contentos con nuestras circunstancias, no siempre estaremos en tiempos de retos. La vida sube a la cima de la montaña y otras veces se queda en el valle. Tanto la cima como el valle tiene sus aprendizajes y sus ventajas.
Quienes valoran más la cima, muchas veces nos quieren hacer creer que ese es el estado ideal, que cualquiera que viva fuera de la cima, tiene un problema o necesita esforzarse más.
Aquellos que disfrutan del apacible valle, muchas veces nos quieren hacer creer que ese es el estado ideal, que quienes no disfrutan del valle nunca serán felices.
Ni cima, ni valle o más bien cima y valle son tan solo momentos del fluir de la vida. Puedo ser feliz o infeliz sin importar donde este. Puedo conquistar cualquier cima que me proponga, puedo descansar sin prisas en el valle. Siempre que vivo desde mi y me conecto con mi sentir más autentico todo fluye, nada es grande, ni pequeño, la vida simplemente es ese maravilloso espacio de tiempo en el que construyo una historia desde el día de llegada hasta el día de mi partida.
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