Más allá de las palabras y de los hechos están las intenciones. Muchas veces nuestras palabras parece poco amables pero no ofenden, otras veces nuestras acciones parece radicales pero no lastiman. Otras veces nuestras palabras amables y nuestras acciones sutiles tiene el poder de envenenar.
A medida que pasa el tiempo y observo en cámara lenta mi interacción con los demás me doy cuenta que cuando entro en contacto con los demás, tiene más fuerza mi intención que mis palabras o acciones. Es la intención la que puede hacer sentir de una determinada manera a la otra persona.
Más allá de mis palabras y mis acciones hoy cuido las intenciones que me llevan a decir o hacer. Cuido que mis intenciones sean honestas, autenticas y respetuosas. Puedo manifestar mis diferencias sin juzgar o condenar, puedo mostrar mis puntos comunes sin venerar ni adular. Puedo fluir en el mundo de las palabras y las acciones siempre que me ocupe de expresar mis intenciones libre y honestamente.
Una intención clara se fortalece y se nutre de mi conexión con la fuente de la vida. Exprésate y actúa en coherencia con tus intenciones en todo momento. Las personas quizás no recuerden que dijiste o que hiciste, pero nunca olvidaran como los hiciste sentir.
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