Mientras
más intensamente vivas, más decisiones tendrás que tomar. Tomar decisiones casi
siempre resulta retador, si le agregamos que debemos tomar las decisiones
frente a un Dilema, la incertidumbre y el frío en el estomago se
incrementan.
A
veces nos preocupa tanto que la decisión sea "correcta" tomando como
referencia los juicios de nuestra mente, que podemos quedar paralizados y
atrapados en los enredos mentales. El análisis que podemos realizar en nuestra
mente solo tendrá fuerza y validez para nosotros si hace eco en nuestro
corazón.
Es
nuestro sentir más profundo el que debería dar el toque final a esa decisión
"correcta" que queremos tomar. En realidad solo el tiempo nos dirá si
la decisión dará frutos o dejo desierto el camino a su paso.
Detenernos
para esperar ser expertos en tomar decisiones es equivalente a renunciar a
vivir. La mejor manera de ejercitarnos es actuando, comprometiéndonos con
aquello que consideramos importante y por lo cual nos corresponde hacer
algo.
La
decisión correcta será mejor asumida y tomada siempre que fluya en armonía
entre nuestra mente y corazón. En lugar de dedicar tanto tiempo a refinar
nuestros métodos de análisis, una buena opción seria dedicar mas tiempo a
cultivar amor, alegría y esperanza en nuestro corazón. Un corazón vivo siempre
optará por decisiones que conecten con más vida y poco a poco tomaremos las
decisiones que nos correspondan con mas responsabilidad y conciencia sin
necesidad de validar tanto si en verdad son "correctas"
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