Todo en la vida tiene un principio y un fin, o más bien todo lo que existe en un momento determinado se transformara para dar paso a algo distinto a lo que conocemos. La vida fluye y continua avanzando sin importar si estamos cómodos y felices donde estamos o si pensamos que las cosas deben ser como nosotros las queremos.
Los procesos de transformación implica someter a los involucrados en una serie de pruebas y experiencias que inevitablemente nos llevan a dejar cosas y a adquirir nuevas, ese dejar ir lo que se tiene que ir y abrir los brazos y el corazón a lo que tiene que llegar. Puede llegar a parecer un poema, pero más que eso es una de las grandes verdades que a todos en un momento de la vida nos toca experimentar.
El cambio nos sacude y nos conmociona. Y al mismo tiempo cuando lo asumimos de manera correcta también nos lleva a descubrir y experimentar nuevas sensaciones. Al final del cambio si hemos sabido aprovechar las oportunidades que su movimiento genera, siempre terminaremos en una mejor posición que la que teníamos.
Nuestro nuevo lugar nos mostrara lo que necesitamos para seguir experimentando la magia de la vida en toda su plenitud. Y es que a la larga la vida también es un juego en que somos jugadores desde que nacemos, para ganar se necesita mucha practica, son muchos los partidos que perdemos para ganar, son muchas las horas de práctica y sacrificio para convertirnos en jugadores competentes. La competencia nunca termina cuando nos creemos los expertos surgen nuevas oportunidades, nuevos jugadores, nuevas reglas en el juego.
Todos tendremos partidos que ganar y partidos que perder, los grandes pierden el partido pero ganan la experiencia. Los “ exitosos” solo están preparados para ganar, los grandes están preparados tanto para ganar como para perder y desde ahí construir nuevas oportunidades.
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