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domingo, 6 de mayo de 2007

Cada luz encendida es una historía...


Alguien me dijo hace unos días que cada vez que viene de regreso de un viaje en avión cuando se inicia el descenso y ve por las ventana todas las luces encendidas de la ciudad, siempre recuerda a un buen amigo que en una oportunidad le dijo, tu ves todas esas luces, cada una es una historia.

Cuando escuche el comentario realmente me encanto, solo haría una pequeña modificación para el caso de nuestro adorado país, aquí cada luz encendida y cada luz apagada es una historia. Porque si bien es cierto que la lluvia no para la fiesta, lo mismo podemos decir de los apagones.

Más que la luz eléctrica que nos ilumina, la verdadera luz que encierra una historia es la de nuestra presencia, ese ser especial y único que somos. Nuestra forma diferente y al mismo tiempo común de vivir la vida. Cada ser humano es tan parecido y tan diferente del resto de la humanidad que podemos llegar a pensar que se trata de una adivinanza que nos toma toda la vida para adivinar.

La autenticidad y espontaneidad es más fácil de identificar en los niños, en ellos hay menos temor a ser, hay más libertad para expresarse y para sentir. Si lográramos que de adultos fueran igual de coherentes daríamos uno de los pasos más importantes de la historia, bueno al menos de la historia que me gustaría contar a mi.

Todo se ha vuelto tan relativo, tan indefinido, tan superficial, lo bueno puede parecer malo y lo malo puede llegar a ser bueno, si conseguimos la legitimidad. Bueno, no quiero extender una simple reflexión sobre luces y convertirla en un tratado existencialista. Simplemente quiero expresar la tristeza que me producen que se apaguen las luces sin que podamos hacer nada, por eso quiero que cada luz encendida que encuentre en mi vida se convierta en una historia para la eternidad.

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