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miércoles, 17 de junio de 2009

Mucho tiempo después...


Si miro el calendario me parece que todo ocurrió hace ya mucho tiempo. Sin embargo, al mirar atrás parece que fue ayer la ultima vez que te vi. 



Marcharse sin despedirse nunca ha sido buena idea y menos si te acompañaban niños o adolescentes. Esos tiempos donde los sentidos están siempre en alerta y somos capaces de captar en todas las frecuencias, con las antenas activadas percibimos el mundo con tanta realeza que los adultos a penas alcanzan a imaginar. 

Recuerdo que yo estaba en sexto curso de primaria, como siempre al finalizar el colegio nos buscaba y todos juntos nos reuníamos a comer en la casa. Ese día fue diferente, era el mes de junio y ese día no sabíamos quien nos llevaría a la casa y mucho menos teníamos idea de todo lo que ocurriría a partir de ese momento. 

Muchachos al fin estábamos intrigados y algo sorprendidos con el movimiento y la cara de susto de los adultos que no acompañaban. Recuerdo como si estuviera ocurriendo en este instante, mi Papá con su lenguaje sencillo nos anuncio lo que había ocurrido, nuestro querido tío había aparecido muerto en la carretera. 

El tío Nenito se había ido sin despedirse, todavía estaba como nuevo el estuche que me había regalado, lleno de lapices con saca puntas, gomas de borrar. Se había ido, ya no estaría con nosotros, no lo volveríamos a ver. La noticia y la impresión fue más grande que mi capacidad de percibir lo que ocurría. 

Me puse triste y me quede tranquila, por instinto entendí que no había mucho espacio para mi. Llegar a la casa y presenciar las escenas de dolor y desesperación, en especial de mi mamá fue uno de los momentos más tristes y dolorosos de mi vida, sentí que una parte de ella se había ido con el. 

Tantos momentos tristes matizaron nuestras vidas a partir de esa tarde de junio, que mencionarlas no serviría de nada en este momento. Hoy muchos años después me doy cuenta que  permite que tantas manifestaciones de dolor, ocultaran tanto amor que había recibido de mi querido tío en mi niñez, tanto amor que tengo disponible para dar y que de alguna manera se quedo matizado de dolor. 

Hoy un día de junio veo hacia atrás y en lugar de sentir el dolor de una partida, siento el amor de una presencia. Recuerdo con inmensa ternura su risa, su compañía, sus sueños, el amor por su familia, por todos nosotros, la alegría, la unión, su manera peculiar de ser, su facilidad para ser prospero, para encontrar soluciones, para emprender. 

Su sencillez y su gran amor lo hacen eterno en mi recuerdo. Hoy solo quiero decirte: Si, gracias, dame tu bendición para continuar....

TQM

Tu sobrina Chavelita
Un instante después